martes, 10 de julio de 2012

¿Por qué tienes que hacerlo todo bien?



      A menudo, me encuentro con pacientes, amigos, familiares que quieren ser perfectos y que sufren por no conseguirlo. Antes me quedaba impactada, porque querer ser perfecto es anular lo que a uno le hace exclusivo: su Imperfección. Ahora, he comprendido porque esta actitud se extiende; nadie nos enseña a tolerar nuestros errores. Ocurre todo lo contrario, nos critican, nos reprochan y nos infravaloran; el efecto de todo esto es que uno mismo se autocrítica, se autoreprocha y se autoinfravalora cuando comete un error. Por tanto, la mejor manera de no cometer errores es: no reconocerlo y por tanto, anular toda posibilidad de cambio o directamente no intentarlo. Cuando le damos demasiada importancia a la Perfección nos quedamos inmóviles porque puede ocurrir el Fracaso y esto es “intolerable” porque a uno le han enseñado que tiene que ser perfecto. Se le da más importancia al resultado; yo me quedo con el proceso.

     En el proceso se disfruta, se aprende, se descubre y sí, a veces no se consigue el éxito pero se consigue algo mucho más valioso: CRECER. A todos nos gusta el éxito, y este hay que saborearlo pero tiene un disfrute que es caduco. Sin embargo, el fracaso es perenne; hay un aprendizaje y ese nos sera muy útil para nuestro presente y futuro. Por ello, es valioso no ser perfecto. Porque nos facilita nuestra capacidad de aprendizaje; no se aprende del éxito sino que se aprende y se crece del fracaso. Piénsalo, el fracaso no es algo que eliges; es algo que sucede y que te hace persona. Además, el fracaso te orienta a saber lo que realmente quieres y lo que hagas con el si es algo que puedes elegir. 
Elige ser mucho más que Perfecto, elige SER TU. 

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